No existen flechas sin destino.

Desde muy niña crecí con el murmullo de mi Madre
que me repetía una y otra vez:
Mi niña no dejes las cosas en desorden,
todo tiene su lugar, por muchas razones.
Lo que no hagas hoy, mañana tan sólo no lo harás.
Fui creciendo y esas frases calaron en mí,
y sin darme cuenta al observar mi entorno y la naturaleza,
me fui dando cuenta que nada es por acaso y que todo tiene un orden.
Que todo tiene una razón de Ser.
Un sin número de causas para igual número de consecuencias
una ley Universal que la sostiene. Una causa-efecto.
Fui entendiendo que no existen vidas sin fundamento, y sin razones de ser.
No existe Mar sin gota de agua caída del cielo formando cascada
Que se convierte en río, que desagua en la mar.
Ni como venas bajo tierra que surcan inmensos desiertos
Para dar vida a un oasis perdido.
Así como una dimensión extensa e ilimitada.
No es sin razón que somos los hijos de alguien en especial
Y no por nada somos y estamos.
Entendí que sólo yo puedo hacer lo que debo hacer,
Nadie lo hora ni por mí, ni como yo.
Por eso somos seres importantes, pues el universo necesita
de lo que debemos y estamos llamados a hacer.
Si vulnero mi vida, si dejo de hacer algo, tan sólo faltará un eslabón
en la cadena de la Vida.
Soy parte de ese Universo, somos parte de esta tierra,
que embulle en gritos ante tanta afrenta.
Ven te regalo algo de mar,
siéntate a mi lado entendamos juntos la lección de vida, que nos
murmulla el viento sobre el Orden de la existencia.