miércoles, 23 de diciembre de 2009

Mil caminos....mil historias




Soy alguien que durante años, vivió inmersa en el paisaje de concreto, caminos de asfalto, vehículos que se atascan.
El correr compitiendo con el tiempo que siempre es escaso, para llegar a tiempo a cualquier lugar.
Un ajetrear dónde nada encaja, mas que el sobrevivir a la vida apabullante de una ciudad como Caracas.
Muy recomendado para quienes quieran disfrutar del turismo de aventura cargado de adrenalina y zozobra, la mejor sugestión traten de tomar el metro a las 6 de la mañana, o conducir en horas pico, para ver como logran el reto de escabullirse de los atascos.
Cuando llegue a Portugal, país que representa mis raíces, sentí que ese pueblo dónde mis Padres, a Dios gracia aún viven, era la conciliación entre el saber vivir con dignidad y Paz, al sobrevivir cada día.
Un hermoso lugar dónde al salir cada día, siempre encontraba la sonrisa de alguien que con admiración respondía a mi gesto y a mi salutación.
He tenido el privilegio de descubrir algunos Países, pues cada vez que he viajado para poder estar con mis padres he tratado de viajar con escala en alguna ciudad y estar al menos unos días. Así he podido tener contacto con otros lugares.
La primera vez que toque Amsterdam debo confesar que me sentí perdida, en una ciudad dónde el sonido gutural de su idioma parece siempre un regaño para quien como yo, tenemos acostumbrado el oído, a lo dulce de nuestro idioma Venezolano, y aunque se que es Español, suena distinto.
Realmente Holanda jamás sería uno de los Países que pensará nuevamente visitar. Pero creo que esa irónica afirmación y pensamiento, trazo una parte de mi Historia. Pues no solo me toco volver a Holanda, sino vivir en el.
País de Bicicleta, dónde cada trayecto ha sido un sinfín de aventuras, dónde en cada pedalear, voy descubriendo no sólo hermosos paisajes, sino ha dado apertura a ese dialogo escaso con mi Yo.
Cada camino una descubierta dónde puedo sentir la libertad de espacios a cielo abierto, dónde he saboreado otra forma de estar y de vivir. Dónde he podido cumplir algunos caprichos simples, pero que los tenía reprimidos en mis sueños de niña. Algo tan simple como el rodar por el suelo sobre la hierba humedecida de rocío. O recostarme placida contemplando las nubes en el cielo.
Así una nueva forma de estar en la vida, no es la conquista diaria lo que nos enseña, creo más bien aunque suene utopía, vivir día a día conviviendo con cada aventura que vamos atesorando, es la emoción palpitante que se descubre ante lo hermoso de la vida, más que combatir los desafíos es vivir intensamente cada uno de ellos, con una nueva visión, así voy dándome el coraje preciso para enfrentar los obstáculos adversos que forjan entereza sin dejar de ser Humano.

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Quienes dejan Huella día a día con su presencia....

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