EL HUEVO Y LOS GRANDES IDEALES
Contó el Admor de Zanz que había una vez una mujer muy pobre que lo único que tenía era un huevo. Era su única pertenencia. Y esta mujer dijo: - Ya sé lo que voy a hacer. No me voy a comer el huevo, lo voy a colocar debajo de la gallina de mi vecina y voy a esperar que nazca un pollito y a este pollito tampoco lo voy a comer, voy a esperar a que comience a dar huevos y a estos huevos los voy a poner debajo de la gallina y voy a esperar que nazcan nuevos pollitos y cuando tenga muchos pollos los voy a vender y voy a comprar una vaca y a esta vaca tampoco la voy a comer, voy a dejar que tenga terneritos y a estos terneritos los voy a criar para que tengan otros terneritos y así voy a poder enriquecerme. Estaba tan entusiasmada pensando todo lo que iba a hacer con el huevo, que de tanto entusiasmo se cayó el huevo y se rompió.
Hasta aquí el cuento. Muchas veces nos entusiasmamos y comenzamos a imaginar la realización de grandes acciones, olvidándonos de prestar atención a los pequeños detalles de los cuales depende su concretización.
En la medida en que nos planteemos cotidianamente pequeños cambios y los concreticemos, poco a poco nos daremos cuenta que radica en ellos el verdadero Éxito de aquello que queremos realizar.
En la medida en que seamos más realistas y nos concentremos en las cosas concretas podremos poco a poco comenzar a mejorar de verdad nuestro mundo y el mundo de aquellas personas cercanas que nos rodean.
miércoles, 8 de septiembre de 2010
EL HUEVO Y LOS GRANDES IDEALES
Escrito por María Lasalete Marques en 7:44
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Quienes dejan Huella día a día con su presencia....

0 comentarios:
Publicar un comentario